Thursday, April 10, 2008

del Pronombre al Sustantivo

Roberto usaba una boina como la del Che Guevara en aquel entonces. Yo así lo quería. Luego se dejó crecer las rastas y yo lo amé. (Muchas entenderán este fenómeno) Hoy voy a hablar de Roberto porque la verdad es que pienso en él todos los días. Voy a hablar de él porque pienso en el todos los días como pensé en él hoy por la mañana mientras leía "Los detectives salvajes" no porque el autor se llame Roberto sino porque uno de los protagonistas es un trotamundos bebedor de pastís como él.

Hace tiempo reté a varios amigos escribas a prescindir del pronombre, del pronombre como artilugio retórico (no gramatical) LOS RETÉ A LLAMAR LAS COSAS POR SU NOMBRE... a llamar a la gente por su nombre... a escribirlo. Habíamos hablado ya de la tendencia a refugiarnos en un "él" y una "ella" arquetípicos y anónimos. Hoy yo voy a hablar de mi "él" arquetípico y anónimo, pero esta vez voy a escribir su nombre. Roberto Henaro.

Es curioso que decida escribir sobre Roberto estos días, pero eso es lo que pasa con él... es decir, con el fenómeno Roberto en mi vida. Hace dos días terminé una relación, breve pero no por ello menos pasional y a la vez comprometida. Yo me enamoré un enero y curiosamente me desenamoré en abril. Y como siempre que termino una relación... un amorío llamémosle, he vuelto a pensar en Roberto y en el amor infinito que sentí por el. (digo infinito y luego hablo en pasado, es curioso...)

Hace dos días terminé una relación que (sobra decirlo, pues todos lo vieron) me hacía inmensamente feliz (inmensamente, como tarjeta de San Valentín). Hace dos días terminé con el hombre al que le cante "mi hombre" una noche de alcohol (solos el y yo). Hace dos días... Porque hay diferencias infranqueables.

Fue algo que dijo... fue algo que dijo y que mientras el decía yo me negaba a creer y que una vez pronunciado era inborrable. Me dieron ganas de preguntarle como le hizo para arruinar algo tan hermoso, tan abruptamente. No se lo pregunté. No creo que supiera contestarme.

Roberto fue el primero en arruinarlo todo. Debo confesar aquí que yo también fui estúpida entonces. (Alego a esto juventud, ingenuidad, llana ignorancia). Recuerdo a Roberto y a mi girtándonos en los pasillos de la prepa, a la salida del café, en el camino hacia su casa... También recuerdo los besos reiterados en esos y otros sitios menos literarios. Yo amé a Roberto, como sólo aman las adolescentes.

La cosa es que nunca dejé de ser adolescente... Más de una persona me ha dicho que soy una hormona ambulante. Y Roberto... Roberto es Peter Pan y él me lo advirtió (también mi psicólogo me advirtió). Y aún en los reencuentros "adultos" he pensado que la magia que le atribuyo a Roberto no es más que inmadurez. ¿quién podría culparlo?. Sin embargo lo he vuelto a encontrar en el camino, es decir, he desviado mi camino de vez en vez para cruzarlo con el suyo. (Breves temporadas en que el recuerdo puedo más que mi cordura) He vuelto a verlo a los ojos y he creído (así son los ojos de Roberto) que nadie en el mundo me conoce cómo el, que nadie en el mundo lo conoce como yo... (cuantas como yo le creerán a Roberto y a sus ojos)

Vuelve siempre, porque siempre vuelve, con historias de Barsa y de Paris... de artistas callejeros, de poetas ambulantes, de mariguanos errantes como él. Y yo que nunca tuve el valor de partir (aunque Yasser decía que los valientes son los que se quedan) Y yo que nunca tuve el valor de partir lo escucho. Lo escucho atentamente y me convenzo por unos días (a veces horas) de que lo amo nuevamente, de que nunca dejé de amarlo. Me convenzo (es mañoso el corazón ¿quien dice que no?) de que me corresponde... Y jugamos a ser felices y hasta lo somos.

El mismo ha dicho "para siempre" en más de una ocasión. Sabe que decir con una precisión de arquero... (Peter Pan, ¿también Robin Hood?) No se cómo explicar esto. Pero desde que nos conocimos hasta la fecha (con hasta la fecha quiero decir la ultima vez que lo vi, hace más de un año) pero el caso es que cuando estoy con Roberto, tiene la facultad de decir exactamente lo que estoy pensando, la película, la anécdota, la canción, lo que sea que pasa por mi mente pasa de inmediato por sus labios. (la frase tan insuperable que me dijo cuando nos besamos por primera vez) También afirma Roberto, cuando yo digo algo en voz alta... que era justo en eso en lo que estaba pensando Y uno le cree porque así es la voz de Roberto e incisto, en que muchas me comprenderán en esto, aunque no faltará(n) la(s) que me juzgue(n).

Un día de hace muchos años Roberto me lastimó, como sólo pueden lastimar los adolescentes. Yo no pude perdonarlo (parecía tan importante entonces) Lo que a él debió parecerle orgullo también lo lastimó a él y cuando dos personas se han herido así, es cierto que la cicatriz los une pero también que el dolor los separa.(así de absoluto es esto)

Pude perdonarlo un día... Aquello que parecía tan grave un día ya no lo fue... y a lo largo del tiempo hemos podido hablar de nuevo, compartirlo todo (todo, aunque es verdad que menos que antes, porque antes eramos diferentes... no se si decir mejores). Ahora Roberto no vive del otro lado del mar, vive del otro lado de la avenida (tlahuac). Vive a una llamada, a un microbus, a una caminata (larga) de dónde vivo yo. Pero sobre todo, vive a varios pasados de mi. Un millón de millones de años luz.

Me acuerdo de Roberto, a dos días de haber terminado con otro, por mi tendencia a los recuentos. Yasser (pronombre aparte) que prometía ser la razón por la que rompiera la lista se ha vuelto un número más en ella. Lás pasadas dos noches, he soñado con él (es curiosa y hasta preocupante la recurrencia de las canciones de Sabina en mi existencia). El día que terminamos fue la primera noche que soñé con él. Las noches que dormíamos juntos tenía pesadillas hechas de recuerdo que me despertaban bañada en sudor y en culpa para descubrir alegre, tranquilizantemente que dormía a su lado. Que no estaba equivocándome esta vez. (que equivocada estaba).

El otro día platicaba con un completo extraño, sobre la importancia de guardar luto una vez que se termina un noviazgo. Debo confesar que yo no tuve tal, que antes de Yasser yo salía con alguien y que fue solo cosa de días dejarlo atrás. Quizás ese fue el error. Quizás ese no fue EL error, pero sin duda fue uno de ellos. Ahora, tengo pocas cosas ahora, es cierto, pero tengo una certeza. El desconocido con el que platicaba hace algunas tardes tiene razón, "es importante guardarle luto a una relación" y me dispongo a hacerlo. Quiero estar sola. Quiero estar sola y no tengo problemas con eso. Pero quedan dos preguntas que me hizo Yasser, que el amor que le tuve amerita contestarle:

Nunca te escribí (te había escrito) porque no sé escribirle a la felicidad. Y no, no le estaba tirando la onda a tu carnal.

7 comments:

Blas Barajas, escritor said...

Svetlana, mi roberto se llama timotea (un nombre muy patético, pero que casi nadie usa, por eso es más mío) a veces escribole cartas y lo recuerdo cuando creo que las cosas no deberían de ser como son, la añoro y me la invento. ´Mira, no quiero decir que tu roberto no existe, ni que es un ejercio de catarsis. Me ha gustado mucho tu pots, muy bonito.

Anonymous said...

guarde ud su luto.. y despues hablamos

Ricardo E. Tatto said...

Yo también tengo a una "ella", pero el pronombre me causa menos emociones que decir su nombre.
También como tu sabrás guardo un luto, pero el hecho de respetar lo que se tuvo en una relación y darle su tiempo para velarla no nos quita que seguimos vivos...
...y tristes.

David Rivera said...

Esta es la segunda vez que leo este post, y la primera que escribo. La verdad es que siempre, invariablemente vengo aquí, sin importar lo que esté haciendo. Cualquier pretexto me sirve para decir "¿Qué estará escribiendo Mengana? ¿Habrá algo nuevo en su blog?". Sentí una fustración enorme aquel día que entré y vi que no había nada en tu blog, pero absolutamente nada, lo bueno fue que me enteré que había cambiado de dirección. Pobre ife se ha de volver loco con la raza que cambia de domicilio y no le avisa. Lo bueno es que yo tuve un aviso oportuno.
Es cierto, me encantan sus litas, pero creo que en la anterior coincidía en demasiados puntos con usted, bueno yo no creía que Sabina me había escrito las canciones, pero si sentía que las habíamos escrito juntos, sobre todo a esa mujer de los 19 días y las 500 noches.
Por cierto mi Roberto se llama mmm se llama mmm sí bueno bueno es ella jajaja, como la canción de Jose Alfredo Ella, se llama Monica y tal vez sea cierto eso de que los demás amores son sólo para olvidar y que el chido es el chido y chingó. Creo que es difícil explicarse a uno mismo, cómo alguien puede quedar a tantos pasados.....
Yo la vi cuando vino a monterrey y la vi feliz, espero verla pronto otra vez acá en monterrey y poder verla otra vez feliz y si no nos vemos en tierras regias, al menos vernos pronto.....
siempre paso por su blog, porque me gusta ver cómo este diario se le convierte en novela...

PD por supuesto Mónica es una en la realidad y de algún modo extraño es diferente en mi memoria...

Cicuta drinker said...

Sveta,

Ella, a veces, tiene muchos nombres, se llamó Rita, Daniela, Nallely, Judith, J.A, muchos, todos diferentes, pero siempre fue ella, esa ella que me sacaba del juguetero más polvozo y me invitaba a bailar un danzón. Ella que, en repetidas ocasiones, me lastimó hasta el tuétano con la indiferencia y con la falsa zalamería. La misma ella siempre. Quizá es un acto egíosta que ninguna tenga un espacio preciso y delimitado donde tender sus listas de momentos felices e ingratos que pasamos juntos. Tan reales como inventadas, todas son hermosas. Todas tiene unos labios tentadores y rojos, todas, usan zapatos de vez en cuando, todas me besan cuando no las veo, o cuando duermen, todas saben mi nombre, y sin embargo me dicen él, o simplemente, como siempre, me ignoran. Todas, como ella, saben que las extraño, que la extraño. Que me cansé de escribirle porque ya no había punta en el lápiz de este gitano bebedor de escarmiento, que se trasladó a un amor más puro y silenciosos, callado, lleno de pequeños besos nocturnos que sólo ella siente, que sólo yo le doy. Roberto y tú, ella y yo, timotea y Raúl, Mónica y David, él y ella, son más ficticios que cualquier artilugio borgiano. Somos un relato bien escrito de alguien que nunca supo que el amor es cosa de amentiritas.

Cintia said...

Vinicio: músico, filósofo, arrogante, ególatra, adorable... Lo amé mucho y luego lo odié aún más, porque así somos las mujeres cuando nos hieren, verdad?
¿Cómo no pensar de vez en cuando (todo el tiempo) en alguien así?

C.Y. Bauer said...

Querida: lo malo de los sustantivos es la terrible facilidad que tienen para volverse insustanciales.